El travertino italiano recibe su nombre de los numerosos agujeros que tiene en la superficie. Sólo tocando su textura con las propias manos se puede sentir su atractivo artístico simple y elegante. La sensación inherente de lujo y el temperamento simple del travertino italiano combinan perfectamente con el "minimalismo". Las texturas lineales deambulan por las paredes y los suelos como elementos naturales, blancas pero no grasosas, cálidas pero no glamorosas y grises pero elegantes.