En la sinfonía de luces y sombras, la losa de ónix retroiluminada de Picasso redefine los límites de los materiales decorativos de alta gama con su encanto de apariencia incomparable. En su superficie fluyen tonos cálidos entretejidos de amarillo y marrón, como un desierto iluminado por el amanecer, misterioso y lleno de vitalidad. Las manchas grises y blancas están dispuestas de forma escalonada, como las estrellas más brillantes del cielo nocturno, añadiendo una elegancia indescriptible al espacio.